Un corazón que mueve el mundo
Vivimos en una sociedad marcada por tensiones profundas que revelan su fragmentación en tres pilares fundamentales: la política, lo social y lo económico. En lo político, observamos polarización y pérdida de confianza en las instituciones. En lo social, se multiplican las desigualdades y las exclusiones que dificultan el tejido comunitario. En lo económico, una búsqueda desmedida de utilidad y beneficio personal ha relegado al ser humano a un rol instrumental. En este contexto, el Encuentro Santiago 2025 se plantea como un espacio para detenernos, reflexionar y redescubrir el valor de la vida como un don al servicio de los demás.
El lema “Un corazón que mueve el mundo” nos invita a cuestionar nuestra manera de vivir. ¿Cómo enfrentamos estos desafíos? Según Mons. Fernando Chomali, muchas de las crisis actuales provienen de un "nihilismo ético" que ha sustituido la búsqueda del bien y de la verdad por decisiones centradas únicamente en intereses personales y utilitarios. Recuperar esta perspectiva es clave para construir una sociedad más justa y solidaria.
La educación es un primer paso para fomentar esta transformación. No basta con transmitir conocimientos; Debemos formar personas capaces de abrirse al otro y buscar la verdad compartida. En un reciente encuentro cultural sobre Fernando Pessoa, se destacó una de sus frases más significativas: “La identidad individual solo se revela en el encuentro con los demás”. Este pensamiento subraya que es en la relación con el otro donde encontramos nuestra profundidad y propósito, desafiándonos a trascender la individualidad hacia la comunidad.
El debate sobre éxito y mérito también exige una revisión crítica. En una cultura obsesionada con la competencia, el mérito se ha reducido a un logro personal. Sin embargo, su verdadero sentido radica en el impacto positivo que nuestras capacidades pueden tener en el colectivo, recordándonos que la vida adquiere su mayor valor cuando se pone al servicio de los demás.
Finalmente, enfrentamos una tensión esencial: individuo, colectivo y comunidad. Aunque el individuo representa nuestra singularidad y el colectivo nuestras metas comunes, el óptimo se encuentra en la comunidad. Es allí donde podemos integrar nuestras diferencias y construir un espacio de pertenencias auténticas. La comunidad, como señala Fratelli Tutti, nos desafía a reconocer nuestra interdependencia, ese vínculo esencial que nos une como hermanos y nos llama a vivir con una visión de bien común.
El Encuentro Santiago 2025 nos invita a asumir este desafío: construir una sociedad más humana y solidaria, donde el corazón —como centro de amor y entrega— sea la fuerza que transforma el mundo. Este espacio no busca dar respuestas rápidas ni soluciones superficiales, sino generar un diálogo profundo que nos permita reencontrarnos con el sentido de nuestra vida y con nuestra misión de vivirla como un don para los demás.